viernes, 22 de agosto de 2008

VIERNES DE RESISTENCIA Y SITIO

VIERNES, 22 DE AGOSTO DE 2008:
La principal comida del día, ha consistido en una lata de sardinas y una ensalada de tomate, cebolla, aceitunas rellenas, zanahoria, atún, aceite y vinagre. De postre una manzana y un trozo de pan de Calatrava hecho al microondas.
De vuelta a casa, una vez concluida la jornada laboral, no pintaba bien la mega superficie habitual de Cabo de Palos, en la que suelo abastecerme todos los días que tengo que adquirir subsistencias para alimentarme y para la higiene personal y de la casa. Una ingente cantidad de coches, aparcados en las inmediaciones de la mega superficie, me ha hecho desistir de detener el coche y bajarme para comprar los artículos que en una larga lista había escrito, necesarios para pasar un fin de semana.
Ha sido el síndrome de inmersión en el colapso de fanatismo consumista de los últimos veraneantes de agosto y tal vez del verano, lo que me ha disuadido de parar. Prefería subsistir en términos de resistencia, con los escasos víveres que aún quedasen por casa. Si quedaban latas me comería las latas. Si no las había tomaría lo que fuese. Me niego a mezclarme entre las multitudes fanáticas de eso que hacen, cuando todos y todas, en masa, parecen ponerse de acuerdo para colapsar la vida de los tranquilos ciudadanos como yo, que por circunstancias no queridas hemos de vivir en este odioso lugar llamado La Manga.
Hoy, me he sentido sitiado por los veraneantes y allanados mis derechos a comprar y a consumir. Pero he pensado en una cosa, la más importante de las cosas para vencer: quien es capaz de resistir más, siempre doblega al adversario.
Por eso, hoy ha sido el día de mi resistencia pasiva contra ese magma de veraneantes que lo inundan todo, y entre los que existe una multitud insoportable de carácter envenenado, pendenciero y avasallador, como aquel niñato que mató a un padre de familia, aqui en La Manga, porque él cría que le había rallado su coche.
Prefiero comer latas, todas las latas que hagan falta. Total, sólo serán dos días y el verano y sus visitantes infectantes, estará finiquitado.

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